Cuando se produce un fuego en un edificio uno de los aspectos más importantes que hay que intentar controlar es el de la propagación del fuego. Esto puede marcar la diferencia, es decir, evitar que el fuego se propague a otras habitaciones o plantas.

En un edificio residencial el fuego puede propagarse rápidamente gracias a la cantidad de combustibles que puede encontrar. Las cortinas, muebles, revestimientos de paredes son muy buenos combustibles. Este tipo de construcciones no suelen estar acondicionadas para aislar los incendios y estos pueden propagarse fácilmente a través de las puertas de madera o de las paredes sin aislamiento.

Las distintas formas en las que un incendio puede propagarse

  1. Propagación horizontal: el principal motivo es la falta de puertas cortafuegos. La instalación de estos elementos de seguridad puede evitar la propagación horizontal del fuego. La falta de muros cortafuegos es otro de los principales motivos que permiten la propagación del fuego. Se suele producir con suma facilidad gracias a las alfombras, cortinas, revestimientos y muebles.
  2. Propagación vertical: el calor sube hacia arriba, esto hace que los pisos que se encuentran justamente encima del foco del incendio son los más propensos a sufrir la propagación del fuego. Los huecos de escaleras o de los ascensores, los conductos de ventilación y las puertas de madera permiten que el fuego se propague con facilidad provocando un efecto chimenea en estos conductos.

 

Sin embargo, si un edificio cumple con la normativa actual contra incendios los riesgos de propagación del fuego se reducen considerablemente. Las medidas que se pueden adoptar para evitar la propagación son tanto estructurales como constructivas. Para ello, es imprescindible contar con una empresa experta en la instalación y mantenimiento de sistemas contra incendios como P Martorell.